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La marea azul en tres gráficos.

Se ha hablado largo y tendido sobre la afición del Getafe. Estamos acostumbrados a escuchar a gente del mundo del fútbol, incluidos periodistas, hablar sobre esta cuestión sin apenas conocer la realidad que rodea a este problema. Pero incluso en Getafe, en ocasiones, no nos ponemos de acuerdo sobre qué ha ocurrido. Son muchos años y muchas mentiras repetidas una y otra vez que dificultan el debate. En general, en Getafe tenemos claro que los precios no han dejado de subir, de igual manera que la asistencia no ha dejado de bajar. También sabemos que ir al Coliseum es muy caro y que ir a otros campos es considerablemente más barato. Y sospechamos también que, al margen de los precios, la oferta de fútbol en el Coliseum ha dejado de ser atractiva para mucha gente. No obstante, la intoxicación informativa, la poca transparencia por parte del club y la ausencia de datos consiguen, en ocasiones, hacernos perder la perspectiva a la hora de sacar conclusiones sobre los grandes interrogantes que rodean a este asunto. Cuántos somos, cuántos fuimos, cuántos podríamos ser con otros precios, como se ha llegado a esta situación, cuándo ha ocurrido o qué factores han podido y pueden estar influyendo.

En esta entrada queremos presentar tres gráficos que esperemos ayuden a arrojar un poco de luz sobre todas estas cuestiones. Que cada uno saque sus conclusiones.

Evolución del precio de los abonos en Getafe.

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En este primer gráfico se puede observar la evolución del precio de los distintos abonos de temporada en Getafe durante las diez campañas en 1ª División. En tan solo 9 años el precio ha subido un 88%, mientras que el número de abonados se ha reducido en torno al 55%. En el gráfico podemos observar dos grandes subidas. La primera la encontramos en el verano de 2005, cuando tras conseguir la salvación en la primera participación en primera, los precios suben de media un 28%. Al año siguiente los precios subirían otro 9%, alcanzando una subida acumulada de casi un 40% en tan solo dos temporadas. El Coliseum se sitúa desde ese momento entre uno de los campos más caros de primera división. En las siguientes tres temporadas los precios se mantendrían más o menos estables. Estos no experimentaron ningún cambio en las temporadas 07/08 y 09/10. En la campaña 08/09 los abonos suben del torno al 6-8% para adultos y bajan algunos abonos infantiles en proporción similar, quedando una subida final media de solo el 2%. Como veremos con posterioridad, es en estos años de abonos considerablemente caros pero sin desproporcionadas subidas de precios donde se asentaría una importante masa social en Getafe.

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El segundo y último gran mazazo que recibiría la marea azul vendría en 2010, con otra brutal subida del 28%. El país se encontraba sumido en plena crisis económica y el resto de clubes comenzaba por entonces a reducir considerablemente sus precios. Como veremos más adelante, este segundo mazazo resultaría ser el definitivo. Lejos de rectificar y seguir la senda del resto de equipos, en las siguientes temporadas el club mantendría una política totalmente contra-cíclica, con unos abonos por las nubes que volverían a subir un 2% de media en la 11/12 y a mantenerse en la 12/13.

Finalmente, este verano pasado ocurriría lo inexplicable. La inesperada y exitosa campaña de abonos para la 2ª vuelta, con unos precios por primera vez muy económicos, incrementó espectacularmente el número de abonados en casi un 30%. Tras ello, el club anunció que bajaría el precio de los abonos de la temporada siguiente en un 30%. Muchas cosas de aquella campaña llamarían la atención. Por ejemplo, la ausencia de ofertas para familias o la no inclusión de los 1.000 niños de la escuela de fútbol que ya pagan una cantidad de dinero considerable. También, que los abonos económicos solo estuvieran al alcance de algunos colectivos (un adulto aquí seguía pagando en los fondos en torno a un 50% más que en otros campos) e, incluso, solo a parte de esos colectivos (los parados que no cobraban prestación no tenían derecho a adquirir el abono para parados). Incluso algunas cuestiones que escapaban a la razón, como que un niño pagara más que un joven. Así pues, Lo que debería haber sido una verdadera campaña de captación que diera continuidad a la del invierno anterior, se convirtió en una clandestina campaña de promoción que prácticamente solo se dio a conocer a través del boca a boca entre los propios aficionados, discriminatoria y llena de restricciones y trabas que impedían llegar a gran parte de los potenciales nuevos abonados.  Como si se hubiera afrontado con una mezcla de falta de fe, de interese e, incluso, de atención por parte del club. La campaña de abonos nacía muerta.

Comparativa abonos

Sin embargo, lo verdaderamente llamativo sería la duración de la misma: 4 semanas del mes de junio. Mientras que el resto de clubes tiraba los precios en largas campañas de captación de abonados de, por lo menos, tres o cuatro meses, en Getafe solo se intentar captar abonados durante unas pocas semanas. El objetivo parecía ser ingresar el dinero de los abonados lo antes posible por cualquier urgencia económica. Partida que, recordemos, nunca alcanzó a representar el 10% del presupuesto en 1ª División, y que a día de hoy difícilmente supere el 5%. Finalmente, en ese tiempo récord conseguirían renovar el carnet casi la práctica totalidad de los abonados de la temporada anterior. A partir de entonces, las puertas del Coliseum volverían a cerrarse con una inexplicable subida probablemente sin precedentes en la historia  del fútbol español. Algunos abonos duplicaron su precio de la noche a la mañana dando lugar a una subida media ni más ni menos que de un 59%. El club abandonaría entonces por completo su pintoresca y clandestina campaña de captación, y las taquillas del Coliseum volvieron a ser un desierto de la noche a la mañana.

Asistencia en Getafe. Cuántos somos.

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En este segundo gráfico se puede observar de manera muy visible la reacción de la afición azulona a esos dos grandes mazazos económicos de los que hablábamos en el punto anterior, así como al resto de factores que han disminuido la asistencia en casi todos los campos de España.  Tras la primera temporada en primera se construyó, con dinero público, una nueva grada que amplió el aforo del Coliseum en unos 2.000 espectadores. Sin embargo esa inversión terminaría dando en saco roto, dado que la subida del 28% en el precio de los abonos redujo el número de socios en más de un millar. Eran tiempos en los que nacía el famoso “Ángel Torres Usurero!” y en los que la afición comenzaba a mostrar su descontento ante un enrocado presidente. La segunda subida consecutiva, esta vez del 9%, haría perder al club más de 1.500 abonados. En tan solo dos temporadas el club había subido los abonos un 40% y perdido algo más de un 20% de socios, cayendo por debajo de los 11.000. Si bien hay quien achaca esta pérdida de aficionados al desvanecimiento del «efecto moda del ascenso”, las cifras invitan a pensar que las abusivas subidas jugaron un papel fundamental, y que se podría haber retenido a buena parte de esos aficionados si los precios hubieran sido bien distintos.

A partir de ese momento se ve observa cierta estabilidad. Durante las siguientes 4 campañas se ve una asentada masa social de en torno a 10.000-11.000 abonados. Son años en los que el Coliseum se sitúa como uno de los campos más caros de primera y, donde se alternan temporadas grandes éxitos deportivos con otras campañas luchando por la salvación hasta el final. Cuesta creer el argumento de que esa afición solo acompaño al equipo con la novedad de la primera división, o con los logros europeos y las finales de copa. Existió una masa social que acompañó al equipo de manera estable durante un buen número de años, en las buenas y en las malas, en Europa y en la lucha por la salvación, pagando precios desorbitados hasta ya bien adentrados en los años de dura crisis económica.

Finalmente, el descalabro definitivo vendría en 2010, con otra espectacular subida del 28%, en un contexto en el que cuesta todavía más entender. A partir de entonces el número de abonados se reduciría a un ritmo de 1.000-1.500 por temporada, hasta volver a asentarse en un segundo suelo de en torno a 6.000 fieles, cifra no muy distinta a la que históricamente acompañaba al equipo en 2ª división. La temporada pasada, ante la primera gran campaña de abonos con precio competitivos desde aquella primera temporada en la élite, casi 2.000 abonados nuevos acompañaron al equipo en la segunda vuelta, subiendo la asistencia media en el Coliseum por encima de los 8.000. En lo que va de la presente temporada, los horarios y el prohibitivo precio de las entradas han conseguido que el número de asistentes sea incluso menor que el número de socios. Al igual que en muchos otros campos, la LFP ha conseguido que hasta los abonados dejen de ir al campo.

Recaudación por abonos. Cuando la avaricia rompe el saco.

Con los datos utilizados en los puntos anteriores no resulta complicado tratar de estimar lo recaudado con los abonos teniendo en cuenta, de manera más o menos aproximada, el número de abonados en cada parte del campo, así como su diferente condición. Pese a que esta estimación no sea ni mucho menos exacta, probablemente no diste mucho de las cifras reales.

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Así pues, se intuye cierta estabilidad durante las primeras 7-8 temporadas. Los dos grandes picos de recaudación coinciden con las dos grandes subidas de precio, que parecen resultar ligeramente rentables a corto plazo, dado que el efecto de esa subida podría ser económicamente más fuerte que el efecto expulsión que la misma consigue ese mismo verano.

El declive comienza, al igual que en muchos otros clubes, en torno a 2010. Al mismo podrían contribuir dos fuerzas. Una de carácter general, que afecta a todos los equipos, y constituida por ese cóctel de crisis económica, horarios, mala organización y pérdida de competitividad e interés del campeonato. Y otra de carácter particular, en torno a una afición azulona que clama tanto contra los precios excluyentes, como contra el mal juego y la poca profesionalidad y compromiso mostrados por sus jugadores.

Si, en Getafe se ha juntado todo.

De precios y menosprecios.

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El boom del ascenso llevo al Coliseum a más de 13.000 aficionados. Muchos otros se quedaron fuera al agotarse los abonos disponibles en un tiempo récord. Había una gran demanda, y el Coliseum era una fiesta. Esos miles de aficionados iban al campo jornada a jornada con la camiseta azulona y animaban, disfrutaban y sufrían con su equipo. Unos más futboleros que otros, unos más azulones y otros más merengones, culés o colchoneros. Exactamente lo mismo que ocurre en la mayoría de campos humildes de España. Nuevos aficionados que acuden al campo atraídos por una buena oferta de ocio a precios económicos, muchos de los cuales terminan fidelizándose y sintiendo esos colores como el más forofo de los ultras. Algunos equipos como Villarreal o Levante consiguieron en su día gestionar este boom de “nuevos aficionados” y retener y fidelizar a toda esa gente. Otros como Getafe en su día o Granada recientemente, parecen haber optado por intentar explotar al máximo la gallina de los huevos de oro el tiempo que puedan.

Efectivamente, el Getafe perdió la oportunidad de asentar una masa social de 12.000-15.000 seguidores. Sin embargo, los éxitos deportivos y el gran ambiente de buen fútbol permitieron, pese a los precios, asentar una masa de fieles de entre 10.000 y 11.000 azulones, cifras iguales o superiores a la de muchos otros equipos de primera división. No estaba nada mal. Gente que durante años arropó al equipo pese a los precios abusivos, la crisis y los vaivenes deportivos. En las buenas y en las malas.

Mayo09

Finalmente la crisis y la mala gestión de la propia competición terminarían por hacer mella en todos los clubes. El que más y el que menos vería caer la asistencia en sus campos. Solo los más listos de la clase, los que apostarían por políticas de precios más agresivas y las formulas más ingeniosas, conseguirían a duras penas mantener su masa social en un contexto realmente complicado. Por el contrario, aquellos clubes en los que los precios bajaron de manera insuficiente y tardía, la sangría de aficionados fue inevitable. Y luego esta el Getafe. Un equipo a contracorriente que volvió a subir los precios un 28% en 2010 y continuó impasible en los años posteriores. Seguramente, podría haberse mantenido el número de abonados con políticas de precios verdaderamente agresivas. O, por lo menos, podría haberse amortiguado esa tendencia general manteniendo tranquilamente entre 8-9.000 abonados. Cifra similar es la que ha venido aguantando un Rayo Vallecano con unos precios que, sin estar entre los más baratos de primera, han sido en todo momento mucho más económicos que en Getafe. Sin embargo el delirio llevo al club a este segundo escalón de los 6.000.

A día de hoy el Coliseum está compuesto por un collage de unos 6.000 aficionados  de muy diferente procedencia. Los hay que vienen de tiempos de 2ª y 2ªB, y también los hay que se engancharon con el ascenso o en época mucha más reciente. Y, de igual manera, fuera del estadio hay tanto aficionados muy fieles que no pueden abonarse por los precios como aficionados que fueron y vinieron, incluso en tiempos de 2ª y 2ªB, y a los que la oferta de fútbol y ocio que ofrece el Coliseum ha dejado de atraerles con independencia de los precios. Así como también hay fuera toda una generación de niños y jóvenes que no ha podido pisar el Coliseum todavía debido a los precios.

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Toca recuperar y atraer a todos ellos. Por supuesto, siempre será más fácil enganchar a esos 5.000 que siguieron al Getafe durante todos esos años en primera que a aquellos otros 2.500 aproximadamente que se evaporaron en los primeros dos años. Pero probablemente nunca es tarde para nadie. Y también es hora de invitar a mucha gente nueva a que venga a probar.  Para ello no podemos hablar solo de precios. Hay que ofrecer un Getafe de nuevo atractivo, una oferta de ocio con un mejor ambiente en las gradas y un buen espectáculo en el césped.  Desgraciadamente, todos conocemos antiguos abonados que, aun pudiendo pagar los actuales precios, no se abonan por los horarios, el mal fútbol y la poca profesionalidad y compromiso mostrado por el equipo en las últimas campañas.

Vemos  como equipos de nuestro nivel celebran, tras intensísimas campañas veraniegas con precios muy económicos, mantener el número de abonados o ganar poco más de un millar. Sin embargo, hace ahora un año 2.000 de esos miles de ex–abonados azulones volvieron al Coliseum, solo por los precios, a ver a un equipo que aburría a los muertos y a una plantilla que, en plena lucha por Europa, volvería a dejarse llevar una vez conseguida la salvación. Cabe con ello preguntarse cuál podría ser el impacto de un nuevo proyecto deportivo que vuelva a vender ilusión y entretenimiento y una campaña de precios de una vez por todas competitiva y sostenida en el tiempo.

Por muy económicos que fueran los abonos, por muy ilusionante que fuera la nueva apuesta futbolística o por mucho que cambiara la liga y los horarios de manera repentina, nadie espera 12.000 abonados en el Coliseum la temporada que viene. Pero viendo el reciente impacto de medidas basadas únicamente en el precio, nada hace pensar que una acertada combinación de buenos precios para todos y una mejor oferta de fútbol y ocio para el aficionado no pudiera volver a llevar 8-9.000 aficionados al Coliseum a corto plazo, o volver a superar los 10.000 a medio plazo. Es hora de ponerse a ello.

4 comentarios el “La marea azul en tres gráficos.

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  4. Ezequiel Costa
    abril 13, 2014

    Brillante artículo. Gracias.

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Esta entrada fue publicada en diciembre 13, 2013 por .