Customizando el Coliseum.

El Coliseum Alfonso Pérez Muñoz fue construido en 1997 para acoger a un máximo de 14.347 espectadores. Con la enorme demanda surgida tras el ascenso a primera división, el estadio fue remodelado en 2005, pasando a contar con una capacidad de 16.347 espectadores. Recientemente, el cóctel de crisis económica, horarios, mala organización y pérdida de competitividad e interés de la competición ha reducido la asistencia en prácticamente todos los campos de 1ª División. En Getafe, además de esto, hay que añadirle lo sembrado por una política de precios desorbitados durante tantos años, un equipo que practica un fútbol que aburre soberanamente a sus aficionados y el sinfín de insultos y menosprecios que tiene que aguantar la afición azulona por parte de todo el mundo del fútbol, incluido su propio club. Nos es fácil ser del Geta a día de hoy.

Con todo ello, la asistencia en Getafe se ha reducido de forma dramática hasta asentarse sobre unos 6.000 aficionados aproximadamente. El Coliseum se ha quedado muy grande. En esta ocasión, no estamos hablando de número, sino de proporción. 8.000 aficionados en Vallecas garantizan un mejor aspecto y ambiente que 12.000 en Elche. El tamaño del estadio influye, y mucho. El ambiente en muchos campos de España es mucho más frió que años atrás. Y, concretamente en Getafe, la brutal descenso de aficionados ha dado lugar a un ambiente desolador, con aficionados dispersos por unas gradas semi-vacías. En la actualidad, el aspecto de la mitad campos de primera se sitúa entre ½ y 2/3 de entrada. En ocasiones incluso menos. En Getafe este ha caído hasta poco más de 1/3 de entrada. Sin embargo, no es la primera ni la última vez que un campo se le queda tan grande a un equipo.

Allá por 1997 el RCD Espanyol se trasladó, tras la demolición del viejo Sarriá, al Estadio Olímpico de Montjuic, ahora conocido como Estadio Olímpico Lluís Companys. Aquel estadio para 55.000 espectadores se le quedaría enorme a los algo menos de 20.000 aficionados de venían acudiendo de media a ver al equipo perico. El ambiente del campo era desolador y muy poco atractivo para el aficionado, especialmente si le añadimos el agravante de las pistas de atletismo. Por aquel entonces el RCD Español decidió customizar su estadio instalando unas lonas que cubrían gran parte de ambos fondos, con el objetivo de re-ubicar a sus aficionados en otras zonas del campo para conseguir un mejor ambiente.

En ocasiones, algunos estadios se quedan demasiado grandes tras el descenso de categoría del equipo en cuestión. Recientemente, otro equipo como el Almería decidió hacer algo similar en segunda división. En esta ocasión no se trataba únicamente de una cuestión de aforo, sino de reducir también el impacto negativo de las pistas de atletismo con la instalación de gradas supletorias más próximas al campo. Así, si bien el Estadio Juegos del Mediterráneo se construyó en 2004 con una capacidad para 15.200 espectadores, con el ascenso a 1ª división en 2007 se instalaron gradas supletorias detrás de las originales que permitirían aumentar el aforo hasta las 22.000 localidades. En 2012, con el equipo en la Liga Adelante, dichas gradas supletorias pasaron a colocarse sobre la pista de atletismo, delante de las originales, dejando inutilizadas estas y reduciendo el aforo hasta las actuales 14.000 localidades. Ya con el ascenso a primera no resulto necesario retirar las gradas y volver a ampliar el aforo, dado que pese a ser probablemente uno de los campos más baratos de primera división, el número de abonados apenas supera los 11.000.

Otro equipo que se vería obligado a hacer algo parecido fue el Celta de Vigo. Un Estadio de Bailados de 32.000 espectadores se le quedo inmenso a una masa social que rondó los 6.500-8.000 durante las tres primeras temporadas posteriores a su descenso a segunda división. En este caso el club vigués recurrió también a las famosas lonas, cediendo buena parte del espacio ocupado por estas a contratos publicitarios, al igual que hiciera en su día el RCD Espanyol.

¿Por qué no hacer algo así en el Coliseum? Lo cierto es que todo parecen ventajas. Por una parte, se trata de reformas relativamente sencillas y no muy costosas, que se pueden auto-financiar con publicidad, e incluso generar ingresos. Además, la re-ubicación de aficionados en sectores en los que se pueda concentrar a la afición puede dotar al Coliseum de un ambiente más cálido que genere más presión sobre árbitros y jugadores. Pero sobretodo, el objetivo debería ser el de convertir el Coliseum en un estadio mucho más atractivo para aquellos aficionados que se planteen asistir al campo. Porque no se trata de bajar los brazos y aceptar que somos pocos y que lo mejor es pintar aficionados en las gradas. De lo que se trata, en cambio, es de intentar ofrecer un espectáculo entretenido que vuelva a atraer a todos aquellos aficionados que ya estuvieron en el campo años atrás; así como de garantizar una oferta de ocio atractiva para los nuevos seguidores que decidieran probar a visitar el Coliseum por primera vez. Debería plantearse como una medida complementaria a una política de precios mucho más competitivos, y un proyecto deportivo más ilusionante basado en algo tan sencillo como intentar entretener y enganchar al espectador. Existen infinidad de cosas que se pueden hacer al respecto. Esta podría ser una de ellas.

Estas imágenes muestran un Coliseum con una entrada de unos 7.500 y 9.000 aficionados azulones respectivamente, sin contar a la afición visitante. Ese es el aspecto que podría presentar el Coliseum la temporada que viene. Estamos hablando de cifras de aficionados no muy difíciles de conseguir a corto plazo con una buena campaña de precios. Si bien la temporada pasada se comenzó igualmente con unos 6.000 abonados, tras la buena campaña de precios de la 2ª vuelta hasta 2.000 nuevos azulones elevaron la asistencia en más de un 30% para terminar superando la barrera de los 8.000 asistentes. Además, algo positivo de las lonas es que se pueden retirar de la noche a la mañana, en previsión de una asistencia mayor en un determinado partido o de campañas de abonados más exitosas de lo inicialmente previsto.

Es cierto que el club no ha mostrado recientemente mucha preocupación por el aspecto de sus gradas ni por el ambiente en el Coliseum. Pero sí que lo ha hecho en anterioridad en importantes ocasiones. Por ejemplo, todos recordamos cuando, en los primeros años de presidencia de Ángel Torres, se ofrecían promociones para algunos partidos de final de temporada y se regalaban camisetas y chismes varios para dar colorido y armar ruido. O, ya más recientemente,  como en los dos finales de temporada en los que nos jugamos el descenso el club volvía a hacer algo parecido. No es menos cierto también que el club estaría obligado a pedir permiso al Ayuntamiento de Getafe para hacer un uso publicitario de las gradas, en un momento en el que las relaciones no pasan por su mejor momento. No obstante, las lonas no tendrían por que tener una finalidad meramente publicitarias, por lo que esto no debería suponer ningún impedimento.

Por muy económicos que fueran los abonos, por muy ilusionante que fuera la nueva apuesta futbolística o por mucho que cambiara la liga y los horarios de manera repentina, nadie espera 12.000 abonados en el Coliseum la temporada que viene. Pero a medida que algunos de estos aspectos vayan cambiando, si que se puede esperar un incremento paulatino en la asistencia al Coliseum. Se trataría, por primera vez, de ser pacientes, mirar por el medio plazo, aceptar los límites que impone la dura realidad y comenzar a tomar medidas de manera constante y sostenida en el tiempo. Volver a sentir la pasión del Coliseum lo merece.